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Construir la armonía como una pirámide:
bloque sobre bloque

A pesar de una juventud difícil, sin amor, Sergeï M. irradiaba la alegría de vivir. Su joven mujer, Katya, acababa de dar el día a su primer niño, Volodia. Sus proyectos se concretaban, su hogar era acogedor y cada uno tenía un empleo que le convenía.
Lo único que opacaba este futuro sonriente, era que Sergeï padecía de serios problemas dentales: un largo tratamiento se imponía.
Entonces, durante varios meses, lo vi con regularidad y agrado a este muchacho tan abierto, para su tratamiento. Se convirtió pronto en un amigo y me tomó como confidente.
Desde hace algún tiempo, detrás de su mirada jovial y optimista yo había sentido cierta tensión; la vida a dos implica en efecto coacciones para los que no estaba preparado por no haber conocido el amor de padres afectuosos; ¡ en particular con un bebé!
- "¿Cómo hemos podido olvidar ese gusto de miel, esa felicidad simple y jovial que saboreábamos cuando vivíamos en armonía?", me había preguntado. "¡ Imagínese como nuestra vida podría ser apacible, relajada y llena de alegría, si solamente no hubieran constantes desacuerdos entre nosotros!"
- " ¡ Pero veamos! No es difícil en absoluto de entenderle bien de nuevo! No hacen falta medios extraordinarios para obtener resultados que lo sean. ¿Quiere realizar su sueño?
Comiencen respetando cada uno, estos tres puntos:

* Establecer claramente sus prioridades, – la primera de ellas que probablemente son una mejor comunicación;
* Adoptar ciertas elecciones y respetarlas;
* Atreverse con calma a hacer saber sus límites - y también, sus expectativas.

Estos intercambios se revelaban constructivos. Usted comprende: Sergeï y Katya, como tantas jóvenes y enamoradas parejas, sufrían la presión de la vida cotidiana sin lograr recargar sus baterías. Estrés de trabajo, noches perturbadas por el bebé, tareas domésticas, gastos imprevistos… La atmósfera familiar era agitada.
Abrumados por las preocupaciones materiales comunes, no hablaban de otra cosa; sus intercambios habían perdido todo interés. Los momentos agradables eran raros; el humor era sombrío.
Después de uno tiempo, a medida que el tratamiento progresaba, Sergeï se sintió aliviado al poder sonreír de nuevo. (¡ Y de redescubrir las alegrías de un buen bistec!). Más importante todavía, Katya y él experimentaban una agradable sorpresa: ¡ se llevaban mejor, recobraban poco a poco la armonía de sus comienzos!
¿Cómo?  ¿Qué había pasado? Atribuía este cambio a las mejores noches del bebé.
Bueno, me dijo haber solamente aplicado las ideas sugeridas durante nuestras conversaciones...


A mi asombro, pasado cierto tiempo, los intercambios amistosos de este tipo se multiplicaron. Esos contactos ofrecían un abanico muy ancho de situaciones vividas en la vida real; fueron una aportación esencial para mi investigación y me permitieron recoger la información que usted va a descubrir.